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martes, 6 de diciembre de 2011

Apariciones

Siempre estoy buscando las rarezas. Me gustan las personas extrañas, especiales, diferentes. Pero anoche alguien llegó para aterrizarme. No lentes, no cabellos largos, no poses intelectuales. De su boca sólo se asomaba un "estás equivocada, las cosas no son así", y en efecto, es más que probable que tenga razón. Un hombre hablándome de estadísticas... ¡estadísticas! No pude más que esbozar una sonrisa y escucharlo atentamente. Horas escuchándolo. Un hombrecito sentado en una banca con un cigarro y un café, y yo fuera de mí. De pronto me veía a mí misma preguntándome qué diablos estaba haciendo allí. ¿Qué hacíamos hablando de mi vida, de la suya?
¿Cómo suceden estas cosas? Treinta y tres años. Tal vez ahí radica la diferencia. Madurez. Yo una mortal en pleno esbozo existencial a los veinticuatro. Sólo le faltó llamarme "chamaquita". Ninguno de los dos tiene el mínimo interés en el otro. No está buscando nada de mí. Al menos eso espero.

Después de platicar en el parque me llevó a casa. Cuando abrí la puerta, al despedirse me dijo: "No seas el eje de la tierra, que las cosas no giren a tu alrededor, gira con ella. Hazme caso".

 Sólo le faltó desaparecer en ese instante. La vida no deja de sorprenderme.