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lunes, 19 de septiembre de 2011

And Fuck you...

Asestó un buen golpe de nuevo, limpio y certero. Falto de valor por supuesto, ni siquiera pudo confesármelo por teléfono. De nuevo el mensajero fue el triste túnel de tristezas. Jamás pasó por mi mente que llegaría ese momento. Ni en mis ensoñaciones más trágicas me vi leyendo esas palabras. Nunca. Sin embargo las letras se plantaron en el monitor. Está saliendo con alguien más, hace un mes. Está confundido. Ahora siente "afecto" por mí. Maldita palabra, me suena asquerosa. Ni siquiera terminaba de asimilar la noticia cuando él ya hablaba de un "nosotros" refiriéndose a la susodicha, de la cuál no quiero saber ni el nombre. No cabe duda que no perdió para nada su tiempo. A pesar del dolor, ahora me siento tranquila. No hay cosa que odie más que la incertidumbre, y aún a costa de mis sospechas, necesité de su confirmación para hacerme a la idea de la separación definitiva. No serán muchas lágrimas, sólo las suficientes para desahogarme. Anoche cuando regresaba de casa pasaban una película en el autobús. Desató recuerdos y sentimientos que me hicieron lagrimear como mocosa. Me tapé con el suéter y en algún momento sentí que literalmente el corazón me iba a estallar. No podía respirar.
Lo único en lo que puedo pensar para sentirme tranquila es que él tomó su decisión y no permitiré que quiera
 culparme de toda la situación. Cada quien es libre de sus actos, y si lo que ahora hace está inspirado por el orgullo o el rencor, qué jodido. Me dice que no es feliz como para aventar sus culpas al vacío, pero eso no puedo saberlo y en todo lo que quiero concentrarme ahora es precisamente en que deje de importarme.
Como bien escribió Simone de Beauvoir, uno se piensa una mujer especial, a la cual es imposible que alguien lastime o mienta, o pueda ser sustituida por otra. Cuánta falsedad con nosotras mismas.

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