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miércoles, 21 de septiembre de 2011

Génesis de un ciego.

No, no quiero consuelo, ni olvido, ni esperanza.
Quiero valor para permanecer
para no traicionar lo nuestro: el día
presente y esta luz con que se mira entero.
Rosario Castellanos.

Mientes.
No sabes ser malo.
Tu maldad es un mito deformado
para contar un génesis benévolo.
Una reconstrucción efímera
que no durará ni los siete días obligatorios.
Hágase la luz, dijiste
y la plantaste frente a mí de tal manera
que entre las dos deidades, (virgen y puta)
se encuentra la medida de mis dudas:
los dedos que cuentas de su cintura a su cadera
el gemido que te reclama más furia o más ternura
confundida entre las voces de los grillos nocturnos.
El espacio de su pie que falta o sobra
en las sandalias que abandoné junto a tu cama
y la mirada inquisidora sobre las manos ausentes de una dama
que coció mal las cortinas
y nunca lavó los platos.
Hiciste la luz, mas no fue buena
alumbró todo aquello que no me hace culpable
y en las sombras se esconden las razones:
la ansiedad, los reclamos y los llantos
con los que obligue tu abrazo
falto de amor
y en el que sólo aguardaba tu rechazo.
Y si de jugar a ser Dios esto se trata
déjame sola con mis fantasías
que hay mil maneras de reconstruir la escena
para eliminar a ese femenino personaje
que ahora boga bajo tus caderas.

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